Hacia
tiempo que quería escribirte algo a ti, la que se ha convertido en mi modelo a
seguir. Sé que esto no va a servir de nada porque no lo vas a leer, pero en
cierta forma me siento aliviada haciéndolo. Te fuiste un 27 de Julio de 2011,
hará ya más de un año. Ni un solo día he dejado de pensar en ti. Te he tenido
presente en cada una de mis decisiones, en mis buenos momentos, pero sobretodo
en los malos.
Con tu forma de ser dejaste una huella en mucha gente, aunque tú
muchas veces no fuiste consciente de ello. No mentiría si dijera que eres la
persona más increíble que jamás he conocido, y doy gracias por haber tenido la
suerte de haberte tenido en mi vida. Dudo que haya alguien con tal optimismo, ganas
de seguir hacia delante, pero sobre todo, buen corazón. Recuerdo cuando te cogía
de la mano y la tenías helada, me decías: “Manos frías, corazón caliente”. Y
cuanta razón. Tenías un corazón que no te cabía en el pecho, sin duda. Eras
capaz de ayudar a los que querías, de darlo todo por ellos sin recibir nada a
cambio. Pasaste por tantas cosas… hambre, miseria…pero sobretodo
enfermedades. Nunca tuviste una buena salud, la circulación
te pasó una mala jugada. Pero a pesar de ello nunca perdiste la vitalidad, la
sonrisa. Tu gran sonrisa, capaz de iluminar el mundo entero. La vida no fue justa contigo pero nunca dejaste de sonreír
por nosotros. No sabes lo que daría por volver a ver esa sonrisa, solo un día
más.
Te detectaron cáncer de mama. Lo superaste, nadie lo dudaba. Eras fuerte,
la persona más fuerte, podías con todo. Pero el cáncer volvió, leucemia. Los
médicos nos dijeron que te quedaban 3 meses de vida. Sorprendentemente, te
recuperaste, hasta los propios médicos dijeron que era un milagro. Pero la
alegría duro poco, el puto cáncer se había
desarrollado por todos tus órganos vitales. Te recuerdo en el hospital, tumbada
en la cama, estabas indefensa, débil, no sonreías, tus ojos azules ya no
brillaban. Ahí me di cuenta que te perdía, que te ibas de mi lado. Pero era lo
mejor, no merecías sufrir. Los médicos dijeron que no pasarías de esa semana.
Estaba en casa preparando la comida cuando mi padre me llamó, sus palabras
fueron: “Ya está”. Ya estaba, todo se había terminado. Tu horrible sufrimiento
había llegado a su fin. Aunque me doliera, era lo mejor. No podía soportar un
día más viéndote de aquella forma.
Y ahora estoy aquí, en la que era tu habitación, escribiéndote esto. Has dejado
una huella tan grande en mí…Eres la razón por la que me levanto cada vez que
caigo. El motivo por el que tengo una sonrisa en mi cara por complicado que sea
el problema. Porque sé que tu no permitirías que me cayera, que me hundiera.
Gracias a ti sigo adelante. Me gustaría tenerte delante para decirte todo esto y
te sintieras orgullosa de mí. Me hiciste prometer que no cambiaría, que
seguiría siendo yo misma. Y eso haré. Sólo puedo decirte GRACIAS por dejarme
aprender de ti. De mayor quiero ser cómo tú.
Te quiero,
Tu Sol
que siempre te tiene presente.
.~África~.
No hay comentarios:
Publicar un comentario