domingo, 14 de octubre de 2012

Mis sapos nunca se convirtieron en príncipes



Siempre he creído en el cuento del príncipe azul, en que algún día aparecería ese alguien especial con el que compartir el resto de mis días. Creer fielmente en esto, ha hecho que me lleve más de un chasco en mi vida, en realidad me he enamorado dos veces, pero lo mal que lo he pasado y que lo estoy pasando no se lo deseo a nadie. Me he llegado a sentir: muy inferior, dolida, humillada, desilusionada, el patito feo al que nadie quiere…

Por suerte tengo una familia que me ha apoyado y querido siempre, no sé que haría  si ellos no hubiesen estado a mi lado.

No obstante, a pesar de todas las lágrimas derramadas sigo creyendo en el amor, sigo soñando en que algún día aparecerá la persona con la que compartir el resto de mi vida. No espero que sea perfecto, es más no me gustaría que lo fuese, solo pido y pediré una cosa: Que me quiera tanto como yo a él.

Para que comprendáis mis motivos os contaré mi historia:

Todo empezó hace cuatro años, yo tenía 16 años y tenia que hacer un pequeño gran cambio en mi vida. Septiembre llegó y yo cambié de colegio (de aquel de toda la vida) a un colegio nuevo, mucho más grande, caras desconocidas, libros mucho más grande puesto que empezaba bachiller, aulas más grandes y por supuesto  una exigencia muchísimo más elevada a nivel de estudios al que yo estaba acostumbrada… en fin pequeños cambios que hacen que una pase días  sin poder conciliar el sueño.
Llego el primer día y yo tímida y temblorosa no sabía a donde dirigirme, llegue a un gran patio, subí unas escaleras y vi a todos los alumnos en filas, me dirigí hacia un grupo de tutores y por suerte encontré el mio (un encanto de hombre que me ayudó muchísimo). Me acompañó hacia mis compañeros y yo no dejaba de temblar, los vi  a todos, parecían modelos bien vestidos , gente que pasaba horas al espejo decidiendo el que ponerse. El sudor perlaba mi frente entonces al dejarme entre ellos y entablar alguna conversión con algunos de ellos … le vi .
Al verle mi corazón se aceleró y al mismo tiempo sentí la más inmensa paz en sus ojos, aquellos que para mi brillaban con luz propia. Al mirarle sentí algo mágico indescriptible, ya no había nadie, solo existía él, él era diferente al resto, alguien único.  Creo que des de aquellos instantes supe que me había enamorado. Solo quería que no pasara el tiempo aunque no fui consciente de él hasta que oí el timbre que nos informaba que ya era la hora de entrar en las aulas.
 Fue entonces cuando me percate que me había pasado demasiado tiempo mirándolo, recuerdo que un compañero me  toco el brazo preguntándome si me encontraba bien.
Recuerdo algo avergonzada, cuando al entrar en clase  y el preguntarnos lo que queríamos estudiar, los dos nos encaminábamos a algo parecido y todos los compañeros chillaron en unísono su nombre y a continuación dijeron : ya tienes novia.  Hasta entonces creo que jamás me había puesto tan roja.

Fue un año extraño, a veces llegaba a casa y lo único que tenia ganas era de llorar y pensar porque me estaba sucediendo algo así a mi. El chico de mis sueños se había convertido en uno de mis mejores amigos.

Compartíamos las mismas salidas: al famoso kahala, a cenar, cine , bolera... Saliamos poco pero Dios sabe como disfrutaba con aquellas salidas y lo nerviosa que me ponía , antes de llegar el momento o también lo enfurruñada que solia ponerme cuando me enteraba de que él no asistiría.

 Lo más curioso de esta amistad fue que ninguno de los dos dejabamos de discutir, se enteraban hasta los profesores... me parece recordar como en una de las ocasiones le llegue a tirar una carpeta de clase al cuello ( tengo demasiado carácter y a veces puedo resultar ser  muy impulsiva). =( 

Conseguía tantas veces herir mis sentimientos y luego llegaba a casa como si en el cielo ya no existiera ninguna estrella y la luna no se fuera a mostrar jamás (todo oscuridad). Pero que ocurria, pues que yo delante de él me comportaba como si no me afectara nada. Si él me insultaba yo le insultaba o le pegaba una colleja, lo empujaba , le intentaba morder ... cualquier excusa era buena para poder acercarme más a él y me encantaban nuestras recoinciliaciones ( de momento hablamos de amistosas)
También nos enviabamos  mensajes  y en estos mismos adivinad... curiosamente también nos peleabamos.

El tiempo fue pasando y recuerdo que un día invite a dos amigas a casa, curiosamente adivinaron que me gustaba alguien, jamás sospecharon de que el chico que me gustaba  fuese el que fue. Cuando se lo dije estabamos haciendo palomitas y me acuerdo que al sacarlas del microondas con la emoción el bol callo al suelo, estallando en mil pedazos.

Continuará...

Abril

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