Siempre he creído en
el cuento del príncipe azul, en que algún día aparecería ese alguien especial
con el que compartir el resto de mis días. Creer fielmente en esto, ha hecho
que me lleve más de un chasco en mi vida, en realidad me he enamorado dos veces,
pero lo mal que lo he pasado y que lo estoy pasando no se lo deseo a nadie. Me
he llegado a sentir: muy inferior, dolida, humillada, desilusionada, el patito
feo al que nadie quiere…
Por suerte tengo una familia
que me ha apoyado y querido siempre, no sé que haría si ellos no hubiesen estado a mi lado.
No obstante, a pesar
de todas las lágrimas derramadas sigo creyendo en el amor, sigo soñando en que algún
día aparecerá la persona con la que compartir el resto de mi vida. No espero
que sea perfecto, es más no me gustaría que lo fuese, solo pido y pediré una
cosa: Que me quiera tanto como yo a él.
Para que comprendáis mis
motivos os contaré mi historia:
Todo empezó hace
cuatro años, yo tenía 16 años y tenia que hacer un pequeño gran cambio en mi
vida. Septiembre llegó y yo cambié de colegio (de aquel de toda la vida) a un
colegio nuevo, mucho más grande, caras desconocidas, libros mucho más grande
puesto que empezaba bachiller, aulas más grandes y por supuesto una exigencia muchísimo más elevada a nivel de
estudios al que yo estaba acostumbrada… en fin pequeños cambios que hacen que
una pase días sin poder conciliar el sueño.
Llego el primer día y
yo tímida y temblorosa no sabía a donde dirigirme, llegue a un gran patio, subí
unas escaleras y vi a todos los alumnos en filas, me dirigí hacia un grupo de
tutores y por suerte encontré el mio (un encanto de hombre que me ayudó muchísimo).
Me acompañó hacia mis compañeros y yo no dejaba de temblar, los vi a todos, parecían modelos bien vestidos ,
gente que pasaba horas al espejo decidiendo el que ponerse. El sudor perlaba mi
frente entonces al dejarme entre ellos y entablar alguna conversión con
algunos de ellos … le vi .
Al verle mi corazón se
aceleró y al mismo tiempo sentí la más inmensa paz en sus ojos, aquellos que
para mi brillaban con luz propia. Al mirarle sentí algo mágico indescriptible,
ya no había nadie, solo existía él, él era diferente al resto, alguien único. Creo que des de aquellos instantes supe que
me había enamorado. Solo quería que no pasara el tiempo aunque no fui
consciente de él hasta que oí el timbre que nos informaba que ya era la hora de
entrar en las aulas.
Fue entonces cuando me percate que me había pasado
demasiado tiempo mirándolo, recuerdo que un compañero me toco el brazo preguntándome si me encontraba
bien.
Recuerdo algo avergonzada,
cuando al entrar en clase y el
preguntarnos lo que queríamos estudiar, los dos nos encaminábamos a algo
parecido y todos los compañeros chillaron en unísono su nombre y a continuación
dijeron : ya tienes novia. Hasta
entonces creo que jamás me había puesto tan roja.
Fue un año extraño, a veces llegaba a casa y lo único que tenia ganas era de llorar y pensar porque me estaba sucediendo algo así a mi. El chico de mis sueños se había convertido en uno de mis mejores amigos.
Compartíamos las mismas salidas: al famoso kahala, a cenar, cine , bolera... Saliamos poco pero Dios sabe como disfrutaba con aquellas salidas y lo nerviosa que me ponía , antes de llegar el momento o también lo enfurruñada que solia ponerme cuando me enteraba de que él no asistiría.
Lo más curioso de esta amistad fue que ninguno de los dos dejabamos de discutir, se enteraban hasta los profesores... me parece recordar como en una de las ocasiones le llegue a tirar una carpeta de clase al cuello ( tengo demasiado carácter y a veces puedo resultar ser muy impulsiva). =(
Conseguía tantas veces herir mis sentimientos y luego llegaba a casa como si en el cielo ya no existiera ninguna estrella y la luna no se fuera a mostrar jamás (todo oscuridad). Pero que ocurria, pues que yo delante de él me comportaba como si no me afectara nada. Si él me insultaba yo le insultaba o le pegaba una colleja, lo empujaba , le intentaba morder ... cualquier excusa era buena para poder acercarme más a él y me encantaban nuestras recoinciliaciones ( de momento hablamos de amistosas)
También nos enviabamos mensajes y en estos mismos adivinad... curiosamente también nos peleabamos.
El tiempo fue pasando y recuerdo que un día invite a dos amigas a casa, curiosamente adivinaron que me gustaba alguien, jamás sospecharon de que el chico que me gustaba fuese el que fue. Cuando se lo dije estabamos haciendo palomitas y me acuerdo que al sacarlas del microondas con la emoción el bol callo al suelo, estallando en mil pedazos.
Fue un año extraño, a veces llegaba a casa y lo único que tenia ganas era de llorar y pensar porque me estaba sucediendo algo así a mi. El chico de mis sueños se había convertido en uno de mis mejores amigos.
Compartíamos las mismas salidas: al famoso kahala, a cenar, cine , bolera... Saliamos poco pero Dios sabe como disfrutaba con aquellas salidas y lo nerviosa que me ponía , antes de llegar el momento o también lo enfurruñada que solia ponerme cuando me enteraba de que él no asistiría.
Lo más curioso de esta amistad fue que ninguno de los dos dejabamos de discutir, se enteraban hasta los profesores... me parece recordar como en una de las ocasiones le llegue a tirar una carpeta de clase al cuello ( tengo demasiado carácter y a veces puedo resultar ser muy impulsiva). =(
Conseguía tantas veces herir mis sentimientos y luego llegaba a casa como si en el cielo ya no existiera ninguna estrella y la luna no se fuera a mostrar jamás (todo oscuridad). Pero que ocurria, pues que yo delante de él me comportaba como si no me afectara nada. Si él me insultaba yo le insultaba o le pegaba una colleja, lo empujaba , le intentaba morder ... cualquier excusa era buena para poder acercarme más a él y me encantaban nuestras recoinciliaciones ( de momento hablamos de amistosas)
También nos enviabamos mensajes y en estos mismos adivinad... curiosamente también nos peleabamos.
El tiempo fue pasando y recuerdo que un día invite a dos amigas a casa, curiosamente adivinaron que me gustaba alguien, jamás sospecharon de que el chico que me gustaba fuese el que fue. Cuando se lo dije estabamos haciendo palomitas y me acuerdo que al sacarlas del microondas con la emoción el bol callo al suelo, estallando en mil pedazos.
Abril
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