Esta
narración la escribí hace tiempo. Pero no me ha pasado a mi , es directamente
producto de mi imaginación.
El sol parecía ya acunarse en las blandas y atolondradas
nubes, que lo acogían dichosamente permitiendo que este derramara sus últimas
cintas de rojiza seda sobre el azul del
mar. Calmado estaba en ese dichoso instante pues suave era el viento que
se entretenía en suspirarle, como si dos enamorados fuesen. Se amarían en silencio entonces, pues
solo los oídos inmortales podrían reconocer tan perfectas palabras susurradas
cual eco que rompe en las rocas, ajenas o tal vez recelosas por contemplar tan
perfecta unión.
Mis ojos no han sido los únicos que los están mirando y
aunque a nunca he cruzado palabra alguna con
los pequeños niños que construyen su última fortaleza imaginado ser así
los reyes de un gran castillo, mientras
sus padres abrazados les dirigen su atención admirando su pequeño gran tesoro.
A dos manos entrelazadas que caminan despacio con pasos ya cansados por el largo recorrido de sus vidas aunque en sus miradas se ve derrochar amor quizás como él primer día.
Una pareja joven también se encuentra en este precioso lugar, demasiado distraídos en juegos de miradas y sonrisas dedicándose así los primeros signos de amor.
A dos manos entrelazadas que caminan despacio con pasos ya cansados por el largo recorrido de sus vidas aunque en sus miradas se ve derrochar amor quizás como él primer día.
Una pareja joven también se encuentra en este precioso lugar, demasiado distraídos en juegos de miradas y sonrisas dedicándose así los primeros signos de amor.
Y yo, los contemplo a todos concentrada, ahora mirando otra
vez el mar como si él pudiese devolverme la mirada….
Continuará
Abril
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