Érase una vez, una princesa que no sabía que
lo era. Le costaba creerse lo mucho que valía y lo increíble que era. Digamos
que a lo largo de su vida se había ido encontrando con sapos venenosos que le
habían hecho sentir pequeñita cuando en realidad no lo era. Pero ahora parece
que su suerte ha decidido cambiar de rumbo. Hace unos días que vuelve a
sonreír, y un sapo tiene la culpa de ello. Esperemos que éste se convierta en
príncipe o por lo menos no sea tan maligno cómo los otros. Bueno, centrémonos
en la historia.
Esta princesita tenía una hermanastra. Pero no era de las
típicas que salen en los cuentos, su relación iba mucho más allá. No eran
hermanas de verdad pero estaban tan y tan unidas que lo parecían. Eran capaces
de mirarse y saber lo que la otra pensaba o sentía. Las malas lenguas decían
que fueron separadas al nacer. Estuvieron una época distanciadas, pero la
pérdida de una amiga cercana las unió más que nunca. Las dos se hicieron
invencibles. Unieron sus reinos y jamás perdieron ninguna batalla. Aún les
queda mucho camino por recorrer y nunca se sabe lo que puede pasar…Pero de una
cosa podéis estar seguros: SU AMISTAD ES Y SERÁ INDESTRUCTIBLE.
Muchas felicidades princesita, te quiero.
.~África~.
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